Pintura orientalista
En una ciudad de la India había un comerciante llamado Balandrán que,si bien no era de los mas ricos,tampoco formaba parte de los de la última clase.Vivía en casa propia y solo,pues era soltero.
En la época en que pasaba su vida satisfecho con lo que le producían sus negocios,durante tres noches consecutivas tuvo un sueño,en el cual se le aparecía una anciano venerable que,reprendiéndole severamente,le preguntaba porque no había hecho aún su romería a la Meca,como es uso y costumbre en,todos los adoradores del profeta.
Este sueño llenó de duelo a Balandrán y le dejó confuso.Como buen musulmán,sabía que estaba obligado a hacer aquella peregrinación;pero alconsiderar que dejaría sola su casa y su tienda,se figuraba que ésto era motivo poderoso para ser dispensado de ella,y procuraba evadir tal obligación,haciendo,en cambio,obras de caridad;mas desde que tuvo aquel sueño su conciencia le acusaba de tal modo,que se resolvió a no diferirla por mas tiempo.
Para cumplirla aquel mismo año,comenzo por vender sus muebles y traspasar su tienda con los géneros que contenía,exceptuando los que podían ser vendidos en la Meca,y arrendó su casa a otro comerciante.Arregladas así las cosas,se dispuso a partir,procurando antes poner en parte segura mil piezas de oro que había reunido,y que le hubieran embarazado en su peregrinación.Separó el dinero que creyó necesario para los gastos de viaje,y escogió un barril a propósito para lo que se proponía hacer;metió en él las mil piezas de oro,concluyó de llenarlo con aceitunas,y después de tapar bien la boca,lo llevó a la casa de otro comerciante que era amigo suyo,y le dijo:
_No ignora usted que debo partir para hacer mi peregrinación a la Meca y necesito que haga el favor de guardarme éste barril de aceitunas y que me lo conserve hasta mi vuelta.
El comerciante le contestó con la mayor cordialidad y franqueza:
_Tome usted las llaves de mi almacén,y ponga el barril donde mas le plazca,que allí lo hallará cuando vuelva.
Llegó Balandrán a la Meca con toda felicidad,visitó con los demás peregrinos el templo y cuando hubo cumplido todos sus deberes y practicas religiosas expuso al público,según la costumbre de la época,a las puertas del templo,los géneros que llevaba para poder vender o cambiar.
A dos comerciantes que le vieron les parecieron tan hermosos,que se detuvieron para contemplarlos,y luego uno de ellos dijo al otro a tiempo que se retiraba:
_Si este comerciante supiera lo que podía ganar en el Cairo con sus géneros,los llevaba allá antes que venderlos aquí,donde sacará de ellos poca utilidad.
Oyó Balandrán esta conversación:había oído referir mil veces las maravillas de Egipto,y resolvió aprovechar aquella ocasión.
Después de empaquetar sus géneros tomó el camino de Egipto.Cuando llegó al Cairo no se arrepintió de su resolución,porque salieron tan bien los negocios que a los pocos días había vendido todos sus géneros con mayor beneficio del que había imaginado.Compró luego otros con el designio de pasar a Damasco,y esperando a otra caravana que debía partir pocos días después,visitó todo lo notable que hay en el Cairo;fue a mirar las piramides,remontó al Nilo hasta cierta distancia,y recorrió las ciudades mas célebres situadas en las orillas del famoso río.
Con objeto de dirigirse a su patria fue a Alepo,pasó el Éufrates y tomó el camino de Musul;pero,defiriendo a las instancias de otros comerciantes con quienes había trabado amistad,fue con ellos a Shiraz,visitando antes infinidad de poblaciones de la India.En este viaje invirtió cerca de siete años,al cabo de los cuales emprendió al fin la vuelta a su patria.
El comerciante a quien había confiado Balandrán el barril con las mil piexzas de oro y las aceitunas,ya no se acordaba de él ni de su dueño;pero una noche,mientras cenaba,recayó la conversación sobre las aceitunas,y su mujer manifestó deseos de comerlas.
_Ahora que hablas de aceitunas_dijo el marido_cuando Balandrán se fué a la Meca me dejó un barril para que se lo guardase.Pero ¿quién sabe a donde habra ido desde que partió?.Es probable que haya muerto,pues ya tenía lugar de haber vuelto al cabo de siete años:por consiguiente,nos comeremos las aceitunas,si es que están buenas.Dame un plato;iré por ellas,y las probaremos.
_¡Guardate,_dijo la mujer_de cometer una acción tan fe,pues sabes que no hay cosa ams sagrada que un deposito! Es verdad que hace siete años que Balandrán se fué a la Meca,y que no ha vuelto;pero luego has sabido que había ido a Egipto.Puede venir mañana u oytro día ¿ué verguenza no sería para ti y para nosotros si volviese y no encontrara el barril como te lo ha confiado?
Apesar de lo razonable de este discurso,el marido no escuchó consejos.Se levantó,tomó una luz y un plato,y se fué al alamcen.Cuando estuvo ya dentro tomó el barril,y descubriendolo,removió las aceitunas,que estaban podridas;mas para asegurarse de si las de abajo lo estaban tanto como las de encima,las volcó en el plato,y al empuje que hizo cayeron algunas monedas de oro.
Asi que vió las piezas de oro,el comerciante miró a la parte de adentro del barril,y echó a ver que casi todo era oro,y buena moneda.Volvió a meter en él las aceitunas,y tapándole de nuevo salió del almacén,y fué donde estaba su familia,diciendo con aire de desconsuelo:
_Tenías razón:las aceitunas están podridasy he vuelto a tapar el barril,de modo que Balandrán no lo conocerá.
_¡Dios quiera que no tengas que sentir!_le contestó la mujer.
Al día siguiente el comerciante se levantó muy temprano,compró aceitunas frescas,fue a su casa,vació el barril,guardó el oro,volvió a llenar aquel con las aceitunas que había comprado,lo tapó como antes estaba,y lo puso de nuevo en el sitio donde lo dejó Balandrán.
Poco tiempo despues volvió Balandrán de su viaje.Como había alquilado su casa,fue a para a una mesón,dondes pensaba vivir hasta que despachara a su inquilino y este encontrara casa para mudarse.
Al día siguiente de su llegada,fué a ver al comerciante,que le recibió con los brazos abiertos,manifestando mucha alegría por su vuelta,de la cual ya había desesperado.
Despues de esto Balandrán le pidió que tuviese la bondad de devolverle el barril que le había confiado.
_Querido amigo_le contestó_tome usted la llave del almacén;vaya usted por él,y lo encontrará en el mismo sitio en que lo dejó.
Balandrán bajó al almacén y tomó el barril,y despues de entregarle la llave se volvió al mesón.Destapó alli el barril,y metiendo la mano hasta la parte en que debían estar las mil piezas de oro que había escondido,se quedó sorprendido de no encontrarlas.
No podía creerlo,y para desengañarse mas pronto tomó algunos cacharros y vertió en ellos todo el barril de aceitunas,sin encontrar ni una sola moneda de oro.Se quedó asombrado,y levantando las manos y mirando al cielo exclamó:
_¡Como!¡Un hombre a quien tenía por mi mayor amigo me ha hecho una gran felonía!
Apesadumbrado por el temor de haber experimentado una pérdida tan grande,Balandrán volvió a la casa del comerciante y le dijo:
_Amigo mío debo decirle que el barril que he tomado de su almacén es el mismo que yo dejé,pero con las aceitunas había yo metido en él mil piezas de oro,y ahora no las encuentro.¿Las ha necesitado usted para algún negocio y las ha tomado?Si es así,ha hecho usted muy bien,y solo le pido que me dé usted un recibo:ya me pagará usted cuando le venga bien.
El comerciante esperaba que Balandrán había de hacerle semejante reclamación,y,por tanto,había meditado lo que debía contestarle.Se excusó en estos términos:
_Amigo mío,cuando usted me trajo el barril de aceitunas,¿lo toqué siquiera?¿lo ha encontrado en el mismo estado y tapado com usted lo dejó? Si usted hubiese metido oro dentro,allí lo hubiera hallado.Me dijo usted que eran aceitunas,y yo le creí.Es cuanto puedo decirle;yo no las he tocado.
_No quiero que regañemos_ le contestó Balandrán_y me sabría mal tener que tomar medidas que le harían a usted poco favor,y de las cuales me serviría con arto sentimientos mío.
_¡Confiesa usted que ha traído a mi casa un barril de aceitunas y que es el mismo que ha llevado,y ahora viene usted a pedirme mil piezas de oro! Retirese y no dé lugar a que se paren las gentes deloante de mi tienda.
Algunos se habían quedado ya parados,y las últimas expresiones del comerciante,pronunciadas con rabia,hicieron que las gentes se detuvieran ante la tienda y que los comerciantes vecinos salieran de su casa para enterarse de la disputa y tratar de que hiciesen las paces.
La contienda amenzaba por momentos tomar caracteres de gravedad.
Cuando Balandrán contaba el motivo de la disputa,el comerciante contestaba que él había guardado el barril de Balandrán en su almacén,pero que no le había tocado,jurando que solo tenía aceitunas porque él se lo había dicho.
_Usted mismo se acarrea su desgracia_contestó Balandrán cogiendo al comerciante por el brazo;_y puesto que persiste en su negativa,veremos si tiene la desverguenza de decir lo mismo delante del juez.
_¡Vamos allá!_le contestó el comerciante._¡Veremos quién lleva la razón!
Presentáronse ante el magistrado ambos contendientes exponiendo cada uno sus razones;y como no tenía otras pruebas que la afirmación de uno y otro,el juez hizo jurar al comerciante,y cuando este lo hubo hecho le dió la razón y le dejó ir.
Protestó contra esta sentencia Balandrán,y acudió con su queja al rey,que le recibió al salir de paseo,escuchandole detenidamente y citandole para el siguiente día.
Aquella misma noche el rey,su primer ministro y el jefe de la guardia real,los tres disfrazados,salieron a dar una vuelta por la ciudad,como acostumbraban hacerlo de cuando en cuando.Al pasar por una calle sintió el rey ruido;apretó el paso,y llegó a una puerta por la cual se entraba a un patio donde jugaban a la claridad de la luna diez a doce muchachos que aún no se había recogido a sus respectivos domicilios.
Deseoso de saber cuál era su juego,se sentó en un banco de piedra que estaba al lado de la puerta,y oyó que uno de los chicos,el mas despejado de todos,dijo:
_¡Juguemos!¡Yo soy el juez!¡Traedme a Balandrán y al comerciante que le ha robado las mil piezas de oro!
aaAl oír las palabras del chuiquillo el rey se acordó de la súplica que le habían presentado aquel mismo día,y esto hizo que redoblase la atención para saber en qué vendría a parar aquel juicio simulado.
Cuando le presentaron los dos chicos que hacían de Balandrán y comerciante,el fingido juez tomó la palabra,y preguntó con gravedad al primero de los dos comparecientes que disputaban su derecho:
_Balandrán,¿qué tiene usted que exponer contra este comerciante que esta presente?
El fingido Balandrám,despues de hacer una reverencia,informó al que hacía de juez del hecho,punto por punto.
Despues de haber escuchado al que hacía de Balandrán,se dirigió al fingido comerciante,y le pregunto por qué no le devolvía la suma que su adversario con tanto ahinco le pedía.
El fingido comerciante expuso las razones que había alegado el verdadero,y pidió afirmar por medio de juramentos que lo que decía era cierto.
_¡No nos precipitemos tanto!_replicó el juez_Antes de que lleguemos al caso de que preste usted juramento quisiera ver el barril de aceitunas.Balandrán ¿ha traído usted el barril?
Y como aquel contestara que no,replicó:
_Vaya usted por él.
El fingido Balandrán desapareció por un momento y cuando volvió,hizo como que ponía un barril delante del falso juez,diciendo que era el mismo que había depositado en poder del acusado y retirado de su casa.Entonces el chico preguntó al que hacía el papel de comerciante si lo reconocía;y como este manifestase que no podía negarlo,mandó que lo destapasen.
_¡He aquí_dijo_unas aceitunas hermosas!¡Voy a probarlas!
Aparento como que cogía una y la comía, y añadió:
_¡Son excelentes!Pero_continuó el fingido juez_se me figura que las aceitunas guardadas por espacio de siete años no deben ser tan buenas.¡Que se presentren dos tratantes de aceitunas y las reconozcan!
Se presentaron dos muchachos.
_¿Son ustedes tratantes de aceitunas?_Preguntó el falso juez.
Y como te contestasen que tal era su oficio,les replicó:
_¿Cuanto tiempo pueden conservar las aceitunas en disposición de poder comerse,cuando están preparadas por personas que entienden de eso?
_Señor_dijeron los fingidos aceituneros_por mucho trabajo que se tome en conservarlas,no valen nada al tercer año,porque no tienen sabor ni color.
_Vean ustedes este barril,y diganme cuanto tiempo tienen las que están dentro.
Los aceituneros hicieron como que examinaban y probaban las aceitunas,y dijeron al juez que eran recientes y buenas.
_Se equivocan ustedes_replicó_ahí tiene ustedes a Balandrán,que declara haberlas metido en el barril hace siete años.
_Señor_repusieron los fingidos tratantes_lo que podemos asegurar a usted, es que las aceitunas son de este año,y sostendremos que entre todos los tratantes de Bagdad no se encontrará uno tan solo que no diga lo mismo.
El fingido comerciante acusado por Balandrán intentó oponerse a lo que declaraban los peritos;pero el juez no le dió lugar y dijo:
_¡Que le ahorquen!
Los muchachos dieron por terminado el juego,dando palmadas de alegría,y empujando al supuesto criminal como para llevarle al suplicio.
_Mañana harás que este chico me sea presentado a la hora en que ha de verse el asunto de Balandrán.Harás que comparesca tambien el juez que declaró inocente al comerciante,y ordenarás a Balandrán que lleve consigo el barril de aceitunas y dos peritos aceituneros.
Al día siguiente el ministro fue por el muchacho,y le presentó al rey a la misma hora en que estaban citados Balandrán y el comerciante.
El rey,que vió al niño un poco cortado,trató de prepararle para lo que se prometía de él,diciéndole:
_Acércate,niño,¿Eres tú el que juzgo ayer la demanda de Balandrán contra el comerciante que le ha robado su oro?Te he visto y escuchado,y me has gustado muchisimo.
El niño no se sobresaltó,y con la mayor modestia le contestó que,efectivamente,se había entreetenido la noche anterior en sentenciar aquel pleito.
_Hijo mío,_le replicó el rey_yo trato de que veas hoy al verdadero Balandrán y a su contrario.Ven,sientate a mi lado.
Entonces el rey tomó al niño de la mano,y ayudandolo a subir al trono,le sentó a su lado,y enseguida preguntó donde estaban las partes.Hicierons que avanzasen,y se las nombraron en el ínterin que tocaban con la frente la alfombra que cubría el trono.Concluídas las ceremonias,les dijo el rey:
_Exponed cada uno vuestras razones;este niño que esta aquí os escuchará y hará justicia;y sin en alguna cosa faltare,yo le supliré.
Balandrán y el comerciante hablaron en su turno,cuando llegó el caso de pedir que se les recibiese juramento,el niño contestó que aún no era tiempo y que antes era preciso ver el barril.
Balandrán lo descubrió poniéndolo a los pies del rey.Ëste tomó una aceituna para probarlas,é inmediatamente fué entregado a los peritos que habían sido llamados para que lo examinasen,y su informe fué que las aceitunas eran del año.
El niño les dijo que Balandrán aseguraba que las había metido hace siete años,a lo que los verdaderos peritos conestaron lo mismo que los muchachos que habían hecho su papel.
Cuando el comerciante acusado vió que los dos peritos acababan de pronunciar su sentencia,trató de alegar alguna cosa para justificarse;pero el niño mirando al rey le habló en estos términos:
_Señor,esto no es un juego,y el condenar a un hombre es una cosa muy seria que toca a vuestra majestad,y no a mi,que si lo hice ayer,fué por divertirme.
Convencido el rey,que la mala fe del comerciante,le entregó a los ministors de la justicia para que le llevaran a presidio,mandando que las mil piezas de oro fuesen devueltas a Balandrán.
Por último,el monarca,después de haber advertido al juez que había sentenciado el primer juicio,y que estaba presente,que aprendiése de un niño a ser en lo sucesivo mas justo,abrazó a este último,le entregó gran cantidad de monedas de oro,y le hizo entrar en el colegio real con objeto de que estudiase las leyes del reino,a fin de que andando el tiempo pudiera desempeñar un cargo importante,que le prometió para cuando tuviera la edad indispensable para ejercerlo con el tino y discernimiento que requieran las funciones públicas en todo país bien regido y ordenado por leyes inspiradas en prudencia y sabiduría.
El sentimiento de la justicia no es exclusivo de profesiones determinadas ni de edades precisas,como lo demuestra el hecho aquí narrado.
Fin
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