sábado, 7 de octubre de 2017

Una Bella en la montaña

Tingo María, está situada 680 m.s.n.m y se haya enclavada al Este de la parte media de la cordillera oriental de los andes y al Este de la cordillera azul, al inicio de la región amazónica de Perú.
Precisamente en dicha localidad se encuentra uno de los lugares más pintorescos del Perú: la bella durmiente, un cerro en sus bordes imita el perfil casi exacto de una dama recostada, mirando al cielo y cubierta durante todo el año de un exuberante verdor.
Los poetas aún no han agotado sus rimas loando su belleza. Los visitantes han quedado prendados de ella, tanto, que vuelven no una sino muchas veces. Recomiendan a los semejantes que visiten Tingo María la selva alta del Perú y su bella durmiente. 


Cuenta le leyenda:
Que en épocas remotas llegó a la tierra de los wanucos un famoso hechicero llamado Arsen, quien se enamoró perdidamente de Ebeliz, hija del terrible Amaru, una especie de monstruo con cabeza humana y su cuerpo de serpiente.
Los dos jóvenes se enamoraron perdidamente y para estar más cómodos y seguros de la cólera del odioso Amaru, huyeron muy lejos y se instalaron en un lugar donde Arsen construyó un palacio de plata. En la tranquilidad y soledad de esos campos se amaron intensamente.
Una de aquellas tardes, dicha felicidad construida por los jóvenes se rompió al ser atacados sorpresivamente por el Amaru.

 El hechicero Arsen, utilizando todos sus poderes, transformó a su amada en una hermosa mariposa y ordenó que huyera hacia la selva mientras él se transmutaba en una roca viviente.

Después de titánicas luchas el valiente Arsen logró vencer al Amaru. Libre ya del enemigo, trato de recobrar su forma humana; pero ¡Oh desgracia!, por más que empleó todas sus facultades mágicas, ya no pudo hacerlo; al contrario, cada vez se quedó más estático.
Por su parte Ebeliz, luego de haber recobrado su figura humana, volvió en busca de su amado. Sus esfuerzos fueron vanos, puesto que Arsen había quedado petrificado tras la victoria. La bella hija de Amaru lloraba con amargura al no encontrar ni siquiera los rastros de su amado.

Una noche, mientras dormía sobresaltada por el dolor, escucho la voz de Arsen que le decía:
-Adorada mía: no me busques más, mi voluntad fue pedirle a los dioses que me transformaran en piedra. Ellos me escucharon y ahora soy un miserable condenado a permanecer de pie. si tú mi adorada,deseas ser igual que yo, y si en realidad me amas, deja que te convierta en una hermosa figura y que en las noches de luna aparezcas ante mis ojos y de la humanidad como una mujer que aparenta estar dormida eternamente.

La hermosa Ebeliz aceptó la propuesta de Arsen quedó transformada en una montaña impresionante.
Desde entonces, Tingo María se enaltece de la soberbia y cautivante presencia de la bella durmiente en la montaña.


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