Eran dos destinos.
No se conocían
los reunió el aroma
y Lejos la espera
sin que Cerca olvide
lo que Lejos sienta.
Recorren montañas
fatigan senderos
y guardan sus lágrimas
para hacer luceros.
Y pasan los días
las luces, las sombras,
las aves, los sueños
el humo, la historia.
Pero sin embargo
aunque no se vean,
Lejos siempre sabe
lo que Cerca intenta.
Y los dos ya saben
cuál es su destino
un lago y un verso
de amor infinito.
Porque lo que el destino ha unido
ni Dios lo separa.
María García Esperón
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