Hubo un tiempo pasado,
que miramos hacia el futuro,
era un tiempo de claridades,
de promesas de ilusiones...
y aromas de flores tiernas,
como lo era nuestra vida...
comenzando su andadura.
Era un hermoso tiempo,
frágil como la primavera,
que termina en un aguacero,
abriendo la puerta al verano.
Hay un tiempo de nostalgias,
que nos hace mirar atrás,
y vivir sobre el recuerdo,
historias ya vividas del pasado.
Y ahí nos aferramos fuerte,
como rocas junto al mar,
que el agua va embistiendo,
y resisten... y resisten...
sin desfallecer ni derrumbarse,
Habrá un tiempo en el futuro,
en que la vida de los otros,
valdrá para nosotros,
mucho más que la nuestra.
Entonces sabremos con certeza,
que llegamos a la madurez,
total y absoluta del ser humano.
Donde todo con facilidad encajará,
el altruismo, la bondad, la verdad.
Esa verdad real, la nuestra, la única,
la que no admite mentiras ni resquicios.
La que nos regalará todo el valor,
acumulado de viejos seres humanos,
con toda la experiencia de lo vivido.
Y en ese momento nos amaremos,
con fuerza a nosotros mismos...
!Y la vida tendrá sentido!...
todo el sentido de la verdad,
y de no habernos mentido nunca.
Y crecerá mucho nuestro orgullo,
de viejos con su deber cumplido,
y la esperanza abierta a todo futuro.
María Luisa Heras Vazquez
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