Cuando a polvo yo esté reducida,
todo el mundo ha de abrirse ante ti.
Separadas tu y yo por el tiempo,
óyeme sin dolerte de mí.
También tuve mis dieciocho años,
matinal despertábame al sol.
Mi trajín comenzaba enseguida
del urgente sonar del reloj.
Yo también,como tú,equivocábame,
de ellos solo me queda el recuerdo,
como en ruta enlodada el relej.
Y la cita a la luz de la luna,
ya la orquesta y la pista de baile,
y esas cosas tan aburridisimas,
manuales,cuadernos y lápices.
En el mundo encontré gente buena,
con países lejanos soñé;
como tú,juzgue cortas las rutas,
que en un paso el mar puede caber.
Los misterios doné de mi siglo,
poco amable,aunque yo le quería.
Sé de vuelos interplanetarios,
de Pinciupis e Hiroshima.
Como tú,ante el espejo temblaba,
de aprensión,como tu,yo temía la muerte,
anhelaba un vivir sempiterno.
Que mis manos pudieran tocar
la alegría,la dicha,la pena,
y que mis sentimientos legasen,
a la grey del futuro en la tierra.
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