En las nubes el viento,
en los montes la lluvia,
en la noche la sombra,
en tu cara la luna.
Duérmete, ea,
que ya se calla el viento
para que duermas.
De la peña al arroyo
--culebrilla de plata-,
del arroyo los juncos,
del arroyo las ranas.
Al arroyo la luna.
Entre las piedras claras
y los peces oscuros,
las moneditas blancas.
Duérmete, ea,
que las ranas se callan
para que duermas.
Del arroyo al molino,
molinera del alma,
con los trigos morenos,
las harinas más blancas.
En el horno la leña
se abre en flores de fuego.
En la artesa la harina
es un monte creciendo.
Duérmete, ea,
que las llamas se callan
para que duermas.
Duérmete, Luna, duerme,
que cuando llegue el alba
en la mesa te espera
una hogacita blanca.
Francisco Álvarez Velazco
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